Reflexiones posmodernas sobre el arte: la transición de la estética kantiana hacia una nueva poética
- Carolina Ageitos
- 15 abr 2022
- 10 Min. de lectura

El presente escrito tiene como objetivo principal la reflexión y planteamiento filosófico acerca de la transformación del artista, el objeto de arte y su libertad como consecuencia del fenómeno posmoderno, tomando como principales elementos de conexión la filosofía del pensamiento débil de Gianni Vattimo y las investigaciones del crítico de arte Boris Groys, entre otros.
A pesar de que no es tarea fácil realizar una definición exacta sobre la presente temática que nos concierne, podría comenzar con una aproximación a la definición del arte. Desde una perspectiva personal, el ejercicio del verdadero arte debería erigirse como la representación de las esencialidades de la condición humana y la fundamentación de todos los órdenes de su verdad con la consiguiente invitación a la reflexión y el pensamiento. En su categoría no se incluye exclusivamente lo que conocemos como creación plástica, si no disciplinas académicas tan importantes como la literatura y la filosofía, puesto que están íntimamente conectadas entre sí.
Por lo tanto, si el arte es la simbiosis de la fisicidad -mano, gesto, cuerpo- y espiritualidad -mente, alma- humanas, el artista es la mano creadora capaz de dar forma a ese arché originario, permitiendo un ejercicio de disertación subjetivo a través de sí mismo desde la observación y asimilación del espectador. De esta forma es inevitable no reconocer al verdadero artista como un genio; aquel que, en máximo estado de inspiración, es capaz de expresar en sus creaciones lo más esencial de las cosas: la genialidad conceptualizada como un don único que habita en los sentidos del ser -«la belleza que resulta del arte es superior a la natural, porque ha nacido del espíritu, que ha engendrado dos veces»1. Es decir, la esencia del arte radica en la práctica y resultado de una exteriorización espiritual en un plano real y/o tangible: «la tarea del arte consiste en hacer que la idea sea accesible a nuestra contemplación bajo una forma sensible»2. Por lo tanto, el arte siempre debería ser un fiel reflejo de la manifestación pura del ser.
Para poder disertar sobre los efectos de la posmodernidad vinculados a la libertad y el ejercicio del arte considerado como tal, cabe mencionar -junto al concepto de genialidad- la importante noción de origen. Según Antonio Cabrera, «las obras de arte no solamente poseen un origen -en sentido de estar generadas por un acto creador- sino que son un origen, es decir, constituyen un punto de partida y un lugar de nacimiento para algo que antes no había»3. Esta originariedad implica que la obra de arte conste de novedad -la cual debe separarse del concepto de originalidad moderna-; el objeto artístico carece de arbitrariedad y genera una legalidad propia que la convierte en algo inteligible. No existe solamente la actividad del artista en el desarrollo y fin del objeto del arte, ya que la trascendencia de su propia legalidad está perfectamente vinculada con la idea de inagotabilidad: sin su ley, la obra de arte no integraría la apertura y fundación simultánea de un nuevo mundo; dejaría, simplemente, de ser historia. Es inevitable no pensar en las palabras de Kandinsky en referencia a la correlación entre artista, el objeto del arte y su contexto histórico, ya que éstos beben de los acontecimientos y desavenencias de su tiempo.4
Una vez establecidos los conceptos de origen, genialidad y temporalidad, continuaré con un breve análisis acerca del interesante debate planteado por Boris Groys entre estética - que asocia con la naturaleza y la mimesis- y poética -en relación a la creación del arte- en el marco de la posmodernidad. Éste considera que, para realizar un análisis del arte actual desde un enfoque ecuánime y no desde el visionado unifocal del espectador, debemos alejarnos de la narrativa estética kantiana basada en la apreciación de la belleza canónica para adentrarnos en un discurso enmarcado en la poética. En la teoría estética kantiana hallo, al igual que Groys, un gran inconveniente: la ‘subjetividad limitada’ que implica su libre juego de facultades es un planteamiento utópico y poco realista en tiempos posmodernos. A su vez, la teoría racionalista de otros pensadores como Adorno resulta en una formulación aséptica, centrada de forma obsesiva en la objetividad y el contenido de la verdad, alejándose de la importancia que la percepción subjetiva del individuo tiene en el ejercicio de la experiencia del arte. Este hieratismo sensible se reafirma en su concepción en relación a la finalidad del arte; éste debe ser el reflejo de la felicidad, la utopía social y la revelación histórico-crítica, además de constituirse como un medio para alcanzar un mundo racional. En su publicación Teoría estética encontramos críticas continuadas al 'formalismo subjetivo’ de Kant.5
A comienzos del siglo XX, la clara división entre espectador - el sujeto que adopta una actitud estética - y la obra de arte - el objeto de contemplación estética- comienza a colapsar. En la actualidad, el auge abrumador de los medios visuales -producto de los avances tecnológicos y capitalistas de un nuevo contexto histórico- ha provocado que la perspectiva estética tradicional pierda su naturaleza utópica al incluirse el ejercicio del arte dentro de una dimensión pública a niveles contradictoriamente estratosféricos.6
La irrupción contemporánea se caracteriza precisamente por la revolución contra la idealización, la presencia del cinismo, la ironía y la burla ante las constantes contradicciones, el rechazo hacia los grandes relatos, los replanteamientos subversivos, el desencantamiento generalizado, la fatalidad como base ideológica y la crisis de los planteamientos metafísicos modernos, aquellos que aportaban definiciones de la verdad última desde lo absoluto, entre otros aspectos. «La cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y ennoblecer, sino clientes que seducir»7. ¿Es, pues, el arte posmoderno un arte alejado de la esencia primigenia, aquella que hace que el arte sea auténtico arte? ¿Predomina la no- historicidad dentro de su propio contexto histórico? ¿Es nihilista? ¿Estamos ante la generalización de un ‘todo vale’? ¿Hemos entrado en la fase de una difusa poiesis -tal y como afirma Groys- en contraposición a la aisthesis porque los criterios artísticos se han desvanecido en el proceso masificado de globalización? ¿Cómo afecta todo ello a la libertad del artista contemporáneo?
Retomaré el rechazo de la estética, esta vez a partir de Martin Heidegger para adentrarnos en el análisis del arte posmoderno desde la filosofía del pensador italiano Vattimo. En la introducción de la publicación de 1967 Poesía y ontología -germen de la tesis principal del filósofo italiano conocida como pensamiento débil, la cual facilitará la comprensión del complejo esquema posmoderno- se incluye la negación estética heideggeriana, aquella que apela al interés por el ‘ser artístico’ en oposición al arte en sí mismo. Sin embargo Vattimo, a partir de su estética ontológica, instaura como objetivo una huida de Heidegger a través del propio Heidegger -uno de sus principales referentes- reconociendo el papel del arte planteado desde la noción del ser entendido como ‘evento’; por lo tanto, si el arte es capaz de manifestar el ser, éste posee la capacidad de producir aperturas históricas dentro del propio ser. En este contexto, ¿en qué consiste este nuevo modo de ‘ser’ del arte? ¿Tiene cabida real el diálogo con la obra de arte en una posmodernidad que reniega del pensamiento fuerte - la verdad unívoca que Vattimo relaciona con la modernidad- pero en la que abundan las creaciones conceptuales que, precisamente, tratan la búsqueda de una nueva verdad?
No resulta nada fácil dar una respuesta concisa a todos los anteriores planteamientos, no obstante la propuesta estética evolutiva de Vattimo ayuda a asentar con más facilidad la incerteza que rodea al fenómeno artístico posmoderno. El filósofo italiano propuso un pensamiento de la diferencia desde la hermenéutica, la fragilidad y el nihilismo; una propuesta que abandona la idea de carácter perenne, fuerte y estable asociado al ser.
Podríamos clasificar las disertaciones artísticas del filósofo italiano en tres acontecimientos diferenciados: la orientación ontológica -la anteriormente mencionada y presente en Poesía y ontología (1967)-, la orientación ontológico-hermenéutica -que considera el arte como portal hacia nuevos mundos históricos en contacto con la ‘otredad’- y la orientación vital -el arte y sus interrelaciones con la cotidianidad-. Vattimo interpreta la práctica hermenéutica no sólo como una rama filosófica más, sino como expresión de la historia de esa metafísica del ser o, mejor dicho, la filosofía que determina el final de la metafísica del ser8; por tal razón sus referentes son Nietzsche y Heidegger; en ellos halló el relato acerca de ese fin.9
Así pues, Vattimo, al igual que Groys, consideran la época posmoderna artística como una era del debilitamiento del ser desde una profunda consumación de la idea moderna -y no desde una posición de superación temporal de la misma-. ¿Qué significa, pues, ser un creador y consumidor de arte libre en pleno siglo XXI? Nada más y nada menos que vender su libertad para sucumbir inevitablemente a la necesidad de crear un ‘avatar’ de sí mismo, con el objetivo de diferenciarse entre la masa vertiginosa formada por los medios de comunicación, la superpoblación, la heterogeneidad ideológica y la invasión de la social media. Tal y como escribió el artista John Klossner en una de sus ilustraciones, ‘I am spending more time promoting myself than I am being myself’.10 Lo que se entendía en la era moderna como utopía, en la posmodernidad se ha convertido en una imposición: todo ser humano debe asumir la responsabilidad estética de su apariencia -y su mentalidad- a ojos del mundo. No todos somos artistas, pero producimos obra sin que podamos impedirlo e incluso, sin ser plenamente conscientes de ello. La producción masiva de imágenes, en combinación con Internet como eje central de los avances tecnológicos, ha provocado que el nuevo ágora mediática se fragmente en millones de producciones audiovisuales; un conjunto que genera una sensación de abrumación en el espectador, y que a su vez provoca un ‘déficit desinteresado de atención’ en la observación y asimilación del contenido.

Clement Greenberg, fiel defensor de la modernidad, afirmó que la libertad del artista sucede cuando una autoridad externa le regula el contexto de su obra. Al encontrar la liberación en torno al problema de qué hacer, el artista puede desarrollar el aspecto puramente formal del arte y cómo hacer que sus contenidos sean atractivos y seductores para el público11. De nuevo nos encontramos con una reafirmación de la falta de libertad que caracteriza al artista posmoderno: éste está supeditado a las ‘esquizofrénicas’ leyes del mercado; para más inri, el público no tiene interés ni tiempo físico y mental para valorar global y correctamente el aspecto formal de una obra de arte -curiosamente en plena época de las apariencias-. Quizá, si relacionamos esta reflexión desde un enfoque más superficial -considerando como obra el material compartido en redes sociales como Instagram, Facebook o nuevas plataformas como TikTok- sí podemos afirmar que el público no tiene un interés intelectual hacia lo que ve y recibe en su smartphone. En definitiva, la inmediatez y procrastinación que define a la posmodernidad tiene unas consecuencias en la correcta apreciación y valoración del objeto del arte, así como en la inspiración determinante presente en la labor del artista. «No hay dudas de que, en el contexto de la civilización contemporánea casi completamente dominada por el mercado, todo puede ser interpretado, de un modo u otro, como un efecto de las fuerzas del mercado. Por este motivo, el valor de tal interpretación es casi nulo ya que lo que sirve como explicación para todo, deja de explicar lo particular.»12
Hoy en día, en medio de la constante e imparable transformación del mundo del arte, en una época de heterogeneidad de movimientos culturales, en una sociedad que cuestiona lo que está bien y lo que está mal desde un criterio que roza prácticamente la obsesión, cada artista busca su éxito -desde la ansiedad- compitiendo por la posibilidad de mostrar obras en ferias, bienales y eventos de renombre; esto no es más que una demostración de la sumisión ante las fuerzas del mercado.
Mientras que en la modernidad la institución imperante de arte era el museo -un espacio físico concreto- en la posmodernidad es, sin duda, Internet -un espacio intangible abierto-. Pero que éste último sea de acceso público no significa que permita una completa libertad del usuario, de hecho, no es más que una plataforma digital que está convirtiéndose paulatinamente en una máquina de vigilancia.13
Ser intérprete en la actualidad puede ser un auténtico infierno, pero tampoco puede negarse que, aplicando un uso responsable y consciente de los nuevos medios, es mucho más sencillo hallar la existencia de un oasis en medio del desierto. Es innegable afirmar que es tremendamente difícil conseguirlo. Jean-Paul Sartre ya declaró que «el infierno son los demás»14; una vida condenada al constante visionado por parte del otro no permite al individuo ‘ser’ en su absoluta esencia. Así mismo, Jacques Lacan también hizo alusión a la existencia del otro en su concepto de ‘mirada’; la incursión del otro nos cosifica, nos señala y nos juzga. ¿Cómo escapar de ese juicio imperante? A través de la ausencia, de la reclusión, del silencio. Es por ello que, en la sociedad posmoderna, el auge de los retiros espirituales, el retorno a la tradición mística y la necesidad de acudir a la poética vital están despertando de su letargo... Aunque ello suponga ir a contracorriente del movimiento frenético de nuestro tiempo.
Sin embargo, ¿qué es la posmodernidad, si no, un enigma en constante contradicción, una cárcel libertina?
Notas a pie de página
1 G. W. F. Hegel, Lecciones sobre estética (España: Mestas, 2003), 19. 2 G. W. F. Hegel, Introducción a la estética (España: Península, 1997), 128
3 Antonio Cabrera, ‘Introducción’, en Vattimo, Poesía y ontología, trad. Antonio Cabrera (España: Servei de Publicacions de la Universitat de València, 1993 ), 9. 4 Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte (España: Paidós, 2018), 35.
5 Theodor Adorno, Teoría estética (España: Akal, 2004), 275. 6 Boris Groys, ‘Introducción: Poética vs. Estética’, en Volverse Público: Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea (Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Caja Negra, 2014), 9-19. 7 Zygmunt Bauman, La cultura en el mundo de la modernidad líquida (México: Fondo de Cultura Económica, 2013), 21.
8 El concepto de ‘fin de la metafísica del ser’ en Vattimo ha sido estrechamente relacionado con el concepto de arte post-histórico presentado por Arthur C. Danto en Después del fin del arte: el arte contemporáneo y el linde de la historia, publicado en 1995. 9 Miguel Ángel Polo Santillán, ‘La hermenéutica ontológica de Gianni Vattimo’ Escritura y Pensamiento 4, no. 7 (2001), https://core.ac.uk/download/pdf/304899826.pdf. (Consultado el 20 de marzo de 2022)
10 John Klossner, I'm Spending More Time Promoting Myself Than, 2016, The New Yorker, consultado 29 de marzo de 2022, https://condenaststore.com/featured/im-spending-more-time-promoting-myself- than-john-klossner.html 11 Boris Groys, ‘Introducción: Poética vs. Estética’, en Volverse Público: Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea (Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Caja Negra, 2014), 11.
12 Boris Groys, ‘Introducción: poética vs. estética’, en Volverse Público: Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea (Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Caja Negra, 2014), 17. 13 Boris Groys, ‘Los trabajadores del arte: entre la utopía y el archivo’, en Volverse Público: Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea (Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Caja Negra, 2014), 135. 14 Jean Paul Sartre, A puerta cerrada; La puta respetuosa (España: Losada, 2017), 35.
Bibliografía
Adorno, Theodor. Teoría estética. Akal; España, 2004. Bauman, Zygmunt. La cultura en el mundo de la modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica; México, 2013. Fianza, Kathia. ‘La estética de Kant: el arte en el ámbito de lo público’. Revista de filosofía, 64, 49-63 (2008), https://dx.doi.org/10.4067/S0718-43602008000100004 (Consultado el 18 de marzo de 2022) Groys, Borys. Volverse público: La transformación del ágora contemporánea. Caja Negra; Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2015. Hegel, G. W. Friedrich. Lecciones sobre estética. Mestas; España, 2003.
Hegel, G. W. Friedrich. Introducción a la estética. Península; España, 1997. Klossner, John. I'm Spending More Time Promoting Myself Than [Ilustración]. The New Yorker (2016), https://condenaststore.com/featured/im-spending-more-time-promoting-myself-than-john-klossner.html (Consultado el 29 de marzo de 2022) Santillán, Miguel Ángel P. ‘La hermenéutica ontológica de Gianni Vattimo’. Escritura y Pensamiento, 4, no. 7 (2001), https://core.ac.uk/download/pdf/304899826.pdf. (Consultado el 20 de marzo de 2022) Sartre, Jean Paul. A puerta cerrada; La puta respetuosa. Losada; España, 2017. Vattimo, Gianni. Poesía y ontología. Servei de Publicacions de la Universitat de València; España, 1993. Vattimo, Gianni y Santiago Zabala. Nihilismo y emancipación: ética, política, derecho. Paidós; España, 2004.
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