Hilma af Klint: Espiritualidad y religión en la figura de la mujer artista
- Carolina Ageitos
- 5 mar 2022
- 15 Min. de lectura
Actualizado: 19 abr 2022

Doctrinas como la teosofía, la mística o la alquimia han sido fuente de inspiración en el mundo del arte desde tiempos antiguos, aunque esta realidad haya sido marginada por la historiografía y relegada por las religiones oficiales como un recurso creativo válido. La influencia del esoterismo en el arte moderno no ha sido estudiada en profundidad hasta aproximadamente los años 90; asimismo, es un hecho que la historia del arte está abrumadoramente dominada por figuras masculinas -y cómo su supremacía ha afectado en la valoración de la sensibilidad femenina creativa-.
Afortunadamente, la concepción de la función de la mujer dentro del ámbito artístico está evolucionando positivamente y existe una mayor conciencia social acerca de su importancia y su poder silenciado, aunque latente, progresivamente más notorio. En relación a lo mencionado, siguen existiendo problemas en el ámbito de las grandes instituciones artísticas.
Sin embargo, desde los años 60 en adelante, en el despertar de los movimientos artísticos de vanguardia y las acciones feministas, la incursión de la mujer en el campo de la educación supuso un gran cambio en la estructura social, lo que proporcionó un crecimiento de artistas femeninas profesionales, muchas de ellas incluidas, por supuesto, en la rama de las artes visuales. Este cambio positivo, si bien supuso un punto de partida en relación a su visibilidad en el universo artístico, es hoy todavía lo suficientemente frágil como para permitir conflictos como el ocurrido recientemente con la obra y figura de una artista sueca nacida en 1862 -a la que analizaremos a lo largo del siguiente escrito- y cuya obra se mostró por primera vez en 1980.
El objetivo del presente artículo es realizar una pequeña retrospectiva acerca de la figura de Hilma af Klint, mujer considerada pionera de la abstracción y cuyo estilo pictórico refleja, no únicamente una lectura visual impactante, si no una lucha de género y una influencia subyacente que abarca estudios espirituales como la teosofía y el espiritismo.
Hilma af Klint, una artista visionaria entre la modernidad y la sabiduría antigua

Hace menos de cien años, Hilma af Klint desarrolló su carrera artística pintando una obra radical, enigmática, abstracta, de formas inusuales y colores innovadores, características nunca vistas en movimientos anteriores.
En 1882, fue admitida en la Real Academia Sueca de las Artes de Estocolmo, uno de los escasos centros europeos que permitían el ingreso femenino, por lo que perteneció a la primera generación de mujeres artistas con formación académica de todo el continente. Allí recibió enseñanzas en pintura, lo que le permitió iniciar una impresionante serie de dibujos botánicos y de naturaleza. Su profundo interés por la ciencia, la biología, las teorías evolutivas, las matemáticas y la geometría se combinó con una atracción por el conocimiento espiritual, pulsión que la condujo a hacerse miembro de la Sociedad Teosófica de Suecia 1 - af Klint era previamente conocedora de las teorías de la mística cristiana medieval Rosae Crucis 2-. Lo sorprendente es cómo estas diversas formas de conocimiento confluyeron en su persona y cómo se las arregló para evitar caer en los extremos, dejándose llevar por un sentimiento de agitación espiritual que crecía intensamente en su interior.
Asumió que había una dimensión espiritual en la existencia humana y quiso hacer visible el contexto del ‘más allá’, aquello que el ojo no podía ver. Estuvo muy influenciada por el espiritismo, la teosofía de Helena Blavatsky y la antroposofía de su coetáneo Rudolf Steiner; la pintora dibujaba círculos concéntricos, óvalos y espirales a gran escala, sintetizando de este modo la gran dimensión ideológica de sus influencias, abarcando visualmente la mirada y presencia del espectador ante sus cuadros, que funcionaban como una especie de ‘portal interdimensional’.
En una época cuyo contexto social coincide con el cambio del siglo XIX al XX, momento en el que Occidente se asombró con los avances científicos que demostraban que había algo más allá de lo tangible -el descubrimiento de los rayos X y las ondas electromagnéticas, por ej.-, se pusieron a disposición del público traducciones de textos sagrados, lo que desencadenó el resurgimiento de una nueva conciencia vinculada a la pluralidad global religiosa y la multiplicidad de cuestionamientos sobre la concepción de religión.
Hilma fue una de las mujeres que quiso buscar esa verdad absoluta por encima de los condicionamientos culturales, y a través de su arte intentó captar el mundo supraterrenal, explorando simultáneamente su propia espiritualidad.
¿Cómo podía expresar estos sentimientos? Al principio experimentó con séances -muy ‘de moda' en aquella época- en las que pintaba en trance. Fue en este estado de conciencia donde af Klint realizó sus innovaciones artísticas; en 1896 ya creaba estos dibujos automáticos, en los que su mano se movía aleatoriamente por el papel -una práctica que sería popularizada por los surrealistas a partir de 1920-. En 1906, diez años después de participar en las sesiones, la artista recibió un encargo muy especial. Explicó en sus diarios que un espíritu llamado Amaliel le encomendó una tarea: crear Las Pinturas para el Templo. Como escribió ella misma en sus cuadernos, ‘Amaliel me ofreció un trabajo y yo dije inmediatamente que sí’.

Fue así como la artista comenzó a pintar la que sería la gran obra de su vida: 193 obras, fruto de dos periodos de exhaustivo trabajo, hasta 1915. Pintó 111 cuadros en el primer periodo, que duró hasta 1908. Como explica la propia af Klint: ‘Las obras fueron pintadas a través de mí, sin ningún dibujo previo y con una fuerza imparable. No tenía ni idea de lo que debían representar, pero trabajé con rapidez y seguridad, sin cambiar una sola pincelada.’
La separación del yo consciente de af Klint a causa del sentir subjetivo -producto de la recepción de las señales enviadas por los espíritus- es el resultado de una acción alienada, lo que el profesor Marco Pasi denomina disociación creativa. La acción alienada permitió a af Klint desarrollar su obra con mucha más libertad expresiva, precisamente porque no sentía que la creación fuese de su propia autoría; había sido elegida como transmisora de esa sabiduría en un plano terrenal. Pasi señala que, al haberse sentido bendecida por una explosión creativa -como parte de un plan cósmico- la artista vio reforzada su labor a la hora de trasgredir los límites culturales y estéticos de su presente.
Especialmente para una mujer de la época, que podía ser acusada de hacer brujería, af Klint debía pintar públicamente creaciones enmarcadas en un estilo ‘común’ para ganarse -y salvar- su vida; sin embargo, esta circunstancia no la detuvo en la evolución de su propio camino como artista visionaria, aunque por seguridad tuviese que trazar su verdadera creatividad en secreto.

Desarrolló su propio estilo utilizando una simbología muy concreta: colores pastel, líneas, espirales y múltiples formas geométricas, como círculos concéntricos, elipses o triángulos, y también letras - la "U" representaba el "espíritu" y la "W" la “materia”, dos de los elementos gráficos más reconocibles en sus obras-.
El interés por mostrar la dualidad y los principios de la alquimia espiritual era también un tema central en su narrativa: el macrocosmos y el microcosmos, lo femenino -que se representaba con el azul- y lo masculino -que se representaba con el amarillo-, el surgimiento caótico del universo, la evolución divina, la unión de la luz y la oscuridad, el amor como poder divino, así como las alusiones a la representación del ‘humano perfecto’.

‘Las obras fueron pintadas a través de mí, sin ningún dibujo previo y con una fuerza imparable. No tenía ni idea de lo que debían representar, pero trabajé con rapidez y seguridad, sin cambiar una sola pincelada.’
¿Por qué la obra espiritual de Hilma af Klint supuso un conflicto en la concepción paradigmática de la era moderna artística?
Teniendo en cuenta que a Kandinsky se le considera pionero de la abstracción por su obra en 1911, y que Hilma ya pintaba en estilo abstracto en 1906, es innegable que nos encontramos ante un problema histórico: ¿por qué no aparece su nombre en los libros si fue la verdadera pionera? ¿Qué ocurrió para que la prolífica obra de af Klint no fuera conocida, como ocurrió con Mondrian, Malevich o el mencionado Kandinsky, aparte de la razón principal, que era nada más y nada menos que ser mujer en un mundo de hombres?

En 1944, a la edad de 81 años y presintiendo que era lo suficientemente mayor como para prepararse ante su propia muerte, hizo estrictas órdenes testamentarias sobre los 1.200 cuadros y dibujos que había pintado desde su juventud: todo el inventario -junto con 15.000 cuadernos de notas y bocetos- debía permanecer oculto a los ojos del mundo durante al menos veinte años. La única razón de esta ocultación voluntaria era que estaba convencida de que la sociedad no estaba preparada para ver su obra, ya que le había sido dictada por entes superiores situados en un plano astral extraterrestre.
Sin embargo, no está claro que tomara esta decisión individualmente. En 1908 conoció a Rudolf Steiner -secretario general de la sección alemana de la Sociedad Teosófica y fundador de la antroposofía-, quien se mostró muy crítico con su arte, afirmando que harían falta otros cincuenta años para que su obra fuera comprendida. Se sabe por los diarios de la artista que las palabras de Steiner le afectaron profundamente, hasta el punto de que se replanteó su propio enfoque pictórico, dejó el estudio para cuidar de su madre y abandonó los pinceles durante cuatro años.
Erik af Klint, sobrino de la artista y único descendiente legal, cumplió los deseos de la artista -a pesar de que en el ámbito familiar fue considerada como ‘la oveja negra’ debido a sus creencias-. Los cuadros se guardaron en un almacén de Estocolmo y quedaron completamente olvidados a lo largo de las venideras generaciones. La familia de Klint mantuvo la obra oculta, tal y como había solicitado la propia autora. En 1970, Erik y su hijo Johan empezaron a catalogar la obra, un enorme esfuerzo que con el paso de los años facilitó la posibilidad de mostrarla internacionalmente.
La primera oportunidad de ver su obra llegó en 1986 en la exposición The Spiritual in Art: Abstract Painting 1890-1986, en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles. Pero no fue hasta 2013 cuando se conoció la totalidad de su legado, un año antes de que Daniel Birnbaum -director del Moderna Museet de Estocolmo- recibiera en su despacho ubicado en la isla de Skeppsholmen una caja de madera en la que encontró óleos y acuarelas, estudios botánicos de plantas, flores y semillas, todo ello junto a incomprensibles diagramas matemáticos, así como unos 15.000 cuadernos que documentaban su proceso creativo.
Cuando los cuadros empezaron a salir a la luz, algunas crónicas históricas necesitaban urgentemente una verdadera revisión: era un hecho irrevocable que la sueca había pintado obra abstracta mucho antes que los llamados padres del género -Mondrian, Malevich y, especialmente, Kandinsky-, quien se jactaba de haber sido el primero en conseguir, en 1911, hablar a través de la geometría, las líneas y los colores.
Es importante señalar que, aunque ambos utilizan referencias geométricas en sus obras, af Klint se diferenciaba del pintor ruso en que no tomaba la realidad como base para deconstruirla posteriormente. Su abstracción era pura, compleja, única, un lenguaje completamente nuevo.
En el documental Hilma af Klint: Más allá de lo Visible, estrenado recientemente en el mes de marzo enmarcado en el ciclo de cine contemporáneo organizado por CaixaFórum de Barcelona, varios comisarios e investigadores de arte han constatado recientemente la existencia de series fotográficas realizadas por Steiner sobre la obra de af Klint. Teniendo en cuenta la estrecha relación entre Steiner y Kandinsky -este último participaba habitualmente en sus charlas, en las que en más de una ocasión el conferenciante se refirió al simbolismo del color y a los efectos que produce en el alma humana- existe una gran posibilidad de que Steiner mostrara a su amigo pintor el método de trabajo de la visionaria sueca, incluso antes de que Kandinsky escribiera Sobre lo espiritual en el arte en 1912.
Desde el descubrimiento de la obra de Hilma af Klint se ha abierto, inevitablemente, un importante debate. En 2013, el Moderna Museet de Estocolmo la reconoció abiertamente como precursora, pero esta afirmación se topó con las reticencias del MoMa -representación por antonomasia del poder y canon del arte moderno-, desde donde decidieron no incluirla en su exposición Inventing Abstraction de ese mismo año, tras las protestas de algunos responsables del museo que consideraban a Hilma una outsider.
En este sentido, incluirla habría cambiado notablemente el ‘discurso’ presentado en dicha exposición, y afectaría realmente al planteamiento sobre los inicios del arte abstracto y sobre quiénes fueron los verdaderos pioneros.
Así mismo, es importante hablar del concepto de genio. La definición de genialidad en relación al arte se construyó y aplicó a lo masculino, sin que se aceptara su equivalente femenino y, por supuesto, sin calificar a las mujeres en el ámbito artístico o científico con tal designación -lo que también nos lleva a meditar sobre la idea de por qué las grandes mujeres artistas han permanecido en el anonimato-. Y es que, desde la antigüedad, se ha asumido la inexistencia de genios femeninos -argumentando la supuesta inferioridad cultural e intelectual de las mujeres-. A medida que la historia ha ido avanzando, las producciones femeninas han tenido menos repercusión y reconocimiento, dado que socialmente no formaban parte de la esfera pública -como ocurrió con la obra de af Klint, expuesta por primera vez muchos años después de su muerte-.
En palabras de la comisaria Iris Müller-Westermann: ‘No me parece interesante la obsesión por decidir quién fue el primero. Pero el hecho de que pintara así años antes que Kandinsky invalida los estereotipos sobre las mujeres artistas. Se decía que eran capaces de copiar pero no de abrir nuevos caminos. Hilma demuestra que esto es totalmente falso’ .
Lo que Müller-Westermann intentó decir es que descifrar la invención de la pintura abstracta -como movimiento artístico occidental- o averiguar quién fue el o la pionera en hacer arte abstracto es tremendamente complicado, pero la realidad es que esto deconstruye la idea de que las mujeres no son protagonistas desde la posición de artistas en la historia -y no únicamente consideradas como "objetos" decorativos-. Además de la autora sueca, también se ha descubierto a Georgiana Houghton, una espiritista inglesa en la línea de af Klint que realizó obras abstractas a principios del siglo XIX; por otro lado, se está considerando incluir como pionera a Maniere Dawson, una artista de Chicago que parece haber realizado pinturas abstractas incluso antes que Kandinsky.
Hay muchas preguntas a las que no podemos dar respuesta: ¿por qué la obra de Hilma af Klint ha tardado tanto en salir a la luz, mucho más allá de lo previsto? ¿Porque es una mujer? ¿Porque se ha visto influenciada por la opinión de un hombre -Rudolf Steiner-? ¿Podría una mujer con obra similar suscitar el mismo interés en la actualidad?
No cabe duda de que se ha recorrido un largo viaje para situar a las mujeres en el lugar que les corresponde en las artes visuales, y aún queda mucho camino por transitar. Recordemos que en 2016, el Museo del Prado celebró, por primera vez, una exposición individual de una mujer -Clara Peeters- lo que demuestra que es necesario seguir avanzando en este ámbito.
Quizá, aunque la propia af Klint era consciente de lo adelantada que estaba a su tiempo, no sabía lo importante y necesaria que sería su visión para la era contemporánea. El mensaje que nos transmite, en una época en la que todo está polarizado y los cambios vertiginosos son constantes, es que se podemos hallar elementos complementarios si abrimos nuestra mente y nos dejamos llevar por una observación espiritual del mundo. Ella sentía que pintaba para el futuro, pero este futuro es ahora un presente; por ello, hoy nos mostramos mucho menos reticentes a la historia de la visionaria sueca y de otras mujeres que tienen tanto que decirnos a través de su arte y, no menos importante, aprender de nuestra propia experiencia estética en relación al mismo.
‘La experiencia estética aporta placer en el presente; nos lleva a otros mundos de fantasía, eliminando así la obligación del tiempo en el tiempo; hace uso de las formas futuras y abre el abanico de posibles formas de acción; nos permite reconocer el pasado o lo reprimido y así preserva el tiempo perdido’.
Notas a pie de página
1.La Sociedad Teosófica fue una fraternidad internacional fundada en 1875 y la teosofía como su religión principal. Según la cofundadora y principal figura del movimiento, Helena Blavatsky, las sociedades teosóficas tomaron como base la ‘creencia que estudia el origen de todas las religiones en una única enseñanza común, cuyo objetivo es la búsqueda de la sabiduría divina, oculta o espiritual’.
2. La Antigua y Mística Orden Rosae Crucis, AMORC, cuyos orígenes se remontan al Egipto faraónico, fue un sociedad interesada en ‘proporcionar a todos sus miembros los medios físicos, mentales y espirituales para convivir en armonía con las fuerzas cósmicas, creativas y constructivas del Universo, y lograr obtener como última meta la salud, la felicidad y la Paz Profunda.’
3. La antroposofía fue una filosofía fundada por el filósofo ocultista Rudolf Steiner en el siglo XX, centrada en el estudio de la espiritualidad del ser humano y su interacción con entes pertenecientes a dimensiones alternativas.
4. La obra de af Klint nos acerca a un replanteamiento de la dualidad entre lo sagrado y lo profano, lo tangible y lo intangible, aquello que podemos ver y aquello que se oculta tras lo que superficialmente percibe nuestra vista. Estas cuestiones son trabajadas en publicaciones como Estética apofática y hermenéutica del misterio: elementos para una crítica de la visibilidad. (2005). Diánoia, 54(62), 3-25, del autor Amador Vega. (Consultar bibliografía)
5. Una séance es una reunión en la que se intenta establecer una comunicación con los espíritus, recibir supuestos mensajes de seres fantasmales o poder comunicarse con ellos a través de un médium.
6. Hilma af Klint formaba parte de un grupo llamado ‘Las Cinco’ -‘De fem’- con otras cuatro mujeres; reunidas todos los viernes, llevaban a cabo sesiones espirituales en las que se incluía el estudio del Nuevo Testamento, ejercicios de meditación y oración, así como escritura y dibujo automático. En esa época, otros artistas se interesaron por el ocultismo, como Austin Osman Spare -1886-1954- anticipando así el movimiento surrealista. 7. El título Las Pinturas para el Templo se ha asociado según diversos teóricos al concepto de templo masónico, ya que las tradiciones pertenecientes a la masonería fueron incorporadas en 1904 por Annie Besant -asistente de Helena Blavatsky- a la teosofía, aunque esta vinculación no ha sido verificada oficialmente hasta la fecha. 8. Un hecho relevante es que en la misma época, concretamente en 1904, el reconocido y venerado ocultista Aleister Crowley -identificado como uno de los personajes más enigmáticos del siglo XX- comenzó a escribir su manual de magia El Libro de la Ley (1904) en estado de mediumnidad a través de la voz de un espíritu llamado Aiwass, al igual que Af Klint traduciendo las enseñanzas de Amaliel en el proceso creativo de sus pinturas. La diferencia es que él era considerado un ‘profeta' de las revelaciones ocultas y ella, una mujer esquizofrénica y desequilibrada; de nuevo nos enfrentamos a otra manifestación del conflicto de género en el arte de la época. 9. Müller-Westermann, I. (2013). ‘Paintings for the Future: Hilma af Klint—A Pioneer of Abstraction in Seclusion’, en Hilma af Klint-A Pioneer of Abstraction, ed. Müller-Westermann con Jo Widoff. Estocolmo: Moderna Museet; Oftfildern, Alemania: Hatje Cantz, p. 38. 10. Pasi, M. (2014). Hilma af Klint, esoterismo occidental y el problema de la creatividad artística moderna. Boletín De Arte, (35), 43-59. https://doi.org/10.24310/BoLArte.2014.v0i35.3368.
11. Visto en Dyrschka, H. (Directora). (2019). Hilma af Klint: Más allá de lo visible [Película; video online]. Zeitgeist Films, Mindjazz Pictures. 12. Klint, admiradora de las enseñanzas de Rudolf Steiner, halló comprensión en la interpretación de éste sobre la obra de Goethe y sus ideas en relación a la física y estética de los colores -dualidad luz/ oscuridad-, aspectos que forman parte de la filosofía de sus pinturas. 13. Disciplina espiritual que se refiere a la elevación y transmutación del espíritu a través de la experiencia de diferentes estímulos y fenómenos emocionales, contrarios entre sí, pero que, asimilados y aceptados con naturalidad, forman un "todo"; es la traducción de la alquimia tradicional, aplicada al ser humano como fuente receptiva de energía. 14. Visto en Dyrschka, H. (Directora). (2019). Hilma af Klint: Más allá de lo visible [Película; video online]. Zeitgeist Films, Mindjazz Pictures.
15. Para conocer más sobre el testimonio de af Klint acerca de ser guiada por entidades espirituales y el nexo de unión con su trabajo artístico, se recomienda acudir a los estudios de Iris Müller-Westermann y de Pascal Rousseau en el catálogo de la exhibición del Moderna Museet: «Paintings for the Future: Hilma af Klint- A Pioneer of Abstraction in Seclusion» y «Premonitory Abstraction-Mediumism, Automatic Writing and Anticipation in the Work of Hilma af Klint», en MÜLLER-WESTERMANN (ed.), Hilma af Klint..., pp. 32-51 y 161-175, respectivamente. 16. Visto en Dyrschka, H. (Directora). (2019). Hilma af Klint: Más allá de lo visible [Película; video online]. Zeitgeist Films, Mindjazz Pictures.
17. Müller- Westermann, I. (2018). Hilma af Klint: Notes and Methods. Estados Unidos, Chicago: University of Chicago Press, página 53.
18. Jauss, H.R. (1992). Experiencia estética y hermenéutica literaria: ensayos en el campo de la experiencia estética. España, Taurus: p. 40.
Bibliografía
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Buenísima retrospectiva. ¡Gracias por compartir!